Plaza de Vega de Pas, Cantabria

3 días por los Valles Pasiegos de Cantabria (II): Villacarriedo y Vega de Pas

Tras abandonar Liérganes, en unos pocos minutos de automóvil alcanzamos nuestro siguiente destino, que no era otro que Santibáñez de Villacarriedo, lugar donde se encontraba el hotel en el que nos alojaríamos.

Sin alcanzar el núcleo de la población, en un cruce de carreteras nos topamos con el que había de ser nuestro alojamiento por dos días: el hotel La Alfonsina.

Hotel La Alfonsina, rural y moderno

Fachada del hotel La Alfonsina, Santibáñez de Villacarriedo
Fachada del hotel La Alfonsina, Santibáñez de Villacarriedo

Construido sobre un edificio anterior —a tenor de los sillares de la planta baja del mismo— que sin duda fue venta y quizás también alojamiento de arrieros, el hotel La Alfonsina ya sorprende por su exterior; sobre la base de la piedra trabajada, las planta superiores presentan en su exterior un revestimiento de tablones de madera natural —de roble, según supimos después— sin otro tratamiento decorativo que el propio color que ha ido tomando la madera como consecuencia del sol, el viento y el agua.

El exterior contrasta notablemente con el interior, de diseño moderno aunque muy confortable. En la planta baja, además de la recepción, se encuentran un bar muy acogedor —todavía no abierto al público en el momento de nuestra estancia— y el luminoso comedor donde habríamos de tomar el desayuno y que próximamente Alfonso, el propietario del hotel, piensa abrir como restaurante al público.

Fachada posterior del hotel La Alfonsina, Santibáñez de Villacarriedo
Fachada posterior del hotel La Alfonsina, Santibáñez de Villacarriedo

Todas las paredes del comedor se encuentran forradas con cajas de vino de muy diversas marcas y procedencias, fruto de la pasión de Alfonso por los buenos vinos, lo que le confiere un aire diferente, moderno y tradicional al mismo tiempo, y, sobre todo, cálido.

Habitaciones amplias, luminosas, todas diferentes, acogedoras. Pasillos decorados con antiguos ‘machos’ para la elaboración de moldes de arena para la fundición de metales, contrapunto de arqueología industrial al entorno tan rural en el que se encuentra.

Hotel La Alfonsina, Santibáñez de Villacarriedo

Hotel La Alfonsina, Santibáñez de Villacarriedo

Pero sin duda lo mejor del hotel es el propio Alfonso, cuya amabilidad y desvelo para que todo estuviera perfecto para nuestra estancia es más que reseñable.

Vistas desde la habitación del hotel La Alfonsina, Santibáñez de Villacarriedo, Cantabria
Vistas desde la habitación del hotel La Alfonsina.

Con buena parte de la tarde por delante le preguntamos por alguna sugerencia para aprovechar el tiempo, y entre las múltiples opciones que nos ofreció, nos decantamos por llegarnos hasta la cercana Vega de Pas, uno de los hitos de los Valles Pasiegos.

Puestos en ruta, alcanzamos la cabecera del valle en donde nos encontrábamos, Villacarriedo. Al poco de entrar vimos una señal de carretera que nos indicaba un palacio cercano —del que ya nos había hablado también Alfonso— y decidimos acercarnos a conocerlo.

Al cabo, tras unos pocos cientos de metros por una estrecha carretera, dimos con un enorme edificio que a todos nos dejó totalmente sorprendidos: el Palacio de Soñanes.

El Palacio de Soñanes, Villacarriedo

Una de las fachadas del Palacio de Soñanes, Villacarriedo
Una de las fachadas del Palacio de Soñanes, Villacarriedo

El palacio de Soñanes (situado en Villacarriedo) es la mejor construcción realizada en estilo barroco civil de toda Cantabria.

Mandado construir por D. Juan Antonio Díaz de Arce y Pérez del Camino, —diplomático de Felipe V en Roma e Intendente General de Aragón—, entre 1718 y 1722. Gracias a sus años de estancia en aquel país, planeó edificar un edificio «a la italiana», dominada entonces por el Barroco de la Contrarreforma.

Atribuido inicialmente al arquitecto italiano Cossimo Fontanelli, con posterioridad ha sido vinculado a la escuela barroca salmantina, con influencias platerescas y churriguerescas, siendo asignado, en último término, al arquitecto montañés D. Francisco La Riva Ladrón de Guevara.

Fachada del Pañacio de Soñanes, Villacarriedo
Fachada del Pañacio de Soñanes, Villacarriedo

Finalmente, fueron los maestros canteros locales quienes dieron su especial influjo a la delirante decoración de la dos fachadas principales.

Éstas están dominadas por una serie de columnas salomónicas que sobresalen del conjunto junto a un fragmento de cornisa. Centrado en el piso superior, un gran escudo heráldico de la familia del fundador, con leones rampantes, angelotes y monstruos marinos que tocan el cuerno de la abundancia, simbolizan el prestigio y la riqueza de quien ordenó su construcción

En su interior destaca la magnífica escalera, que ocupa el antiguo espacio del torreón medieval familiar. De inspiración renacentista, cumple a la perfección una doble función: distribuir el paso hacia las distintas dependencia y permitir la llegada de luz al interior del edificio.

Escudo de armas en la fachada del Palacio de Soñanes, Villacarriedo
Escudo de armas en la fachada del Palacio de Soñanes, Villacarriedo

Un jardín rodea el palacio por tres de sus lados, sobresaliendo entre todas las plantas un grandioso magnolio bicentenario.

En la actualidad, tiene el palacio tiene un uso hotelero, y lamentablemente durante nuestra visita estaba cerrado al público, por lo que no tuvimos la oportunidad de conocer su interior, del que tanto y tan bien nos había hablado también Alfonso.

Un colorista balón en Villacarriedo, en las inmediaciones del Palacio de Soñanes.
Un colorista balón en Villacarriedo, en las inmediaciones del Palacio de Soñanes.

Unos minutos y unas fotos después, continuamos hacia Vega de Pas. Tras atravesar el grueso del casco urbano de Villacarriedo y Selaya, la carretera picó hacia arriba con fuerza, elevándonos rápidamente sobre el valle en busca de un paso que nos llevara al siguiente.

La subida al puerto de Braguia nos regaló magníficas vistas sobre el valle en el que se asientan Veillacarriedo y Selaya. Verdes montañas, apenas arboladas, y un sinfín de pequeñas edificaciones salpicando los montes hasta donde alcanzaba la vista —cabañas de trashumancia, supimos después—, que fueron objeto de sorpresa y comentario.

Cruzado ya el puerto, un nuevo paisaje montañoso apareció frente a nosotros. Diferente, mucho más agreste, mucho más cerrado. Altas montañas con desniveles vertiginosos y, como en el valle anterior, casi sin otra vegetación que pastos y arbustos de monte bajo. También aquí la deforestación ha causado estragos.

En lo más profundo, Vega de Pas

Tras una rápida bajada que poco a poco nos hundía en la profundidad del valle alcanzamos Vega de Pas. Nada más entrar aparcamos junto a la iglesia, en lo que parecía ser la plaza principal del pueblo, rodeada de casas típicas del lugar, algunas bien conservadas y rehabilitadas, otras en franco abandono.

Plaza de Vega de Pas
Plaza de Vega de Pas

A diferencia de lo visto en Liérganes, y en el rápido paso por Villacarriedo, en Vega de Pas no se ven grandes casonas, sino casas tradicionales más modestas, que nos hablan de un pasado no tan próspero. No es de extrañar teniendo en cuenta la ubicación del pueblo, en el fondo de un valle, rodeado de grandes macizos montañosos donde sin duda la vida de sus habitantes ha debido ser durante siglos de mera supervivencia basada en la ganadería.

Un lugar que a buen seguro ha sufrido un gran aislamiento, con escasos recursos naturales más allá de los pastos. De ahí que sea cuna de los famosos «sobaos pasiegos», basados en la mantequilla, así como la quesada; derivados lácteos para la supervivencia de la población.

Casa típica de Vega de Pas
Casa típica de Vega de Pas

Pasear por Vega de Pas evoca aislamiento, dureza, frío, supervivencia, humildad. Evoca también naturaleza, aire puro, relax y descanso. Evoca hombres y mujeres fuertes, acostumbrados a la dureza del lugar y la climatología, trabajadores y entregados.

Apenas si encontramos edificios reseñables; incluso la iglesia es austera, como lo es todo el pueblo y el entorno. La iglesia de Nuestra Señora de la Vega comenzó a edificarse en la segunda mitad del siglo XVII, construyéndose posteriormente a principios del XVIII, las bóvedas centrales y las de las capillas laterales.

Espadaña de la iglesia de Vega de Pas
Espadaña de la iglesia de Vega de Pas

Es destacable también el sanatorio del Doctor Madrazo, de principios del XIX y obra singular en su época.

Arquitectura tradicional de pueblo de montaña, casonas montañesas con balconadas, algunas bien rehabilitadas y otras que lo necesitarían con urgencia.

Una vuelta rápida nos condujo de nuevo a Villacarriedo en busca de la cena y el merecido descanso. Sin conocer lugares, nos decantamos por el restaurante «Las Piscinas«, regentado por Alfonso, el propietario del hotel.

Sabia elección la nuestra, pues la cena fue espléndida y a un precio más que ajustado. Recuerdo el aperitivo, con un queso del lugar, pan tostado con aceite AOVE y un toque de suave mermelada de mandarina; los pimientos con anchoa; unos deliciosos callos de wagyu, una cecina fantástica, una estupenda tabla de quesos diversos, y, para finalizar, postres caseros.

Un buen fin de fiesta para un día muy completo.

3 días por los Valles Pasiegos de Cantabria

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