‘Ordenado por precio‘ es la forma predominante en que se presentan hoy en día los productos y servicios en las compras online. El billete de avión más barato, o el widget o el freelancer más baratos aparecen en la primera posición en las búsquedas, y la mayor parte de la gente hace click ahí.
Original en inglés: ‘Sort by price’ is lazy by Seth Godin
Esto supone un gran atajo para los programadores, por supuesto, porque el precio es un simple número, y es muy fácil de ordenar.
Incluso puede ser más fácil ordenar alfabéticamente, pero parece menos relevante (especialmente si eres fan de Zara, por ejemplo).
Fácil no significa útil
El problema es que solo porque es más fácil no significa que sea tan útil como puede parecer.
Sin duda, es la opción más ‘perezosa’ para el comprador. Si no puedes emplear tiempo en estudiar las distintas opciones, la calidad, los efectos secundarios de lo que necesitas, entonces parece que comprar lo más barato es el camino a seguir. De alguna forma pensamos, creemos que todos son iguales.
Y esto es fácil para el productor o vendedor. Nada más fácil que mejorar el precio. No exige matices, ni pensar a largo plazo, ninguna preocupación acerca de los efectos secundarios. Sólo ser más brutal con los proveedores y clientes, y cortar cada gasto que pueda. Y después, culpar al sistema.
Los vendedores y compradores de Wal-Mart eran perezosos. No empleaban mucho tiempo para averiguar si algo era mejor, simplemente se centraron en el precio, independientemente del coste para la comunidad a largo plazo.
Todos somos parte de este sistema, y si no estamos contentos con la forma en que somos tratados, debemos pensar en el sistema que hemos permitido para impulsar cambios.
¿Qué pasaría si nos empeñáramos en ‘ordenar por satisfacción’ en lugar de por precio?
¿Qué pasaría si los motores de búsqueda de las líneas aéreas nos dieran los resultados ordenados por una puntuación (seguramente difícil) que combinara el tiempo de viaje, la calidad de los aviones, la fiabilidad, el servicio al cliente, el precio y algunos otros factores? ¿Cómo cambiaría la experiencia de volar?
Y eso se puede extender mucho más allá de los viajes aéreos. Entendemos que no tiene sentido contratar a alguien simplemente porque cobra el salario más barato. Y que no elegimos un libro, una película o un restaurante simplemente porque cuesta menos.
Hay diferencias, y a veces esas diferencias valen lo que cuestan.
El ‘valor’ es un buen objetivo
¿Que tal si antes de apresurarnos a ordenarlo todo decidimos de qué forma merece la pena ordenar?
El precio bajo es el último refugio del vendedor que no se preocupa lo suficiente como para construir algo por lo que valga la pena pagar.
En tu experiencia, ¿con qué frecuencia la opción más barata es la mejor opción?
Reconozco que #SoyMuyFan de Seth Godin, probablemente una de las mentes más brillantes de este siglo, por lo que de vez en cuando me permito hacer traducciones libres (aunque lo más ajustadas que sea posible al original), tanto para mi como para hacer llegar una parte de sus reflexiones a todos aquellos que no cuentan con suficiente fluidez en inglés como para aprovecharlas.
Y a mi buzón de correo ha llegado esta pequeña joya que, tras leer un par de veces, he decidido incorporar aquí. ¿Por qué? Porque es una muy buena reflexión sobre precio y valor, dos conceptos que en muchísimas ocasiones no van de la mano.
¿Cuántas veces no has tenido la sensación de pagar de más por algún producto o servicio? ¿Cuántas veces te has sentido engañado por lo obtenido a cambio de lo entregado?. Al igual que yo, seguro que muchas.
Sí, lo sé, es una apreciación totalmente subjetiva, que se presenta cuando no vemos el valor de lo recibido, y sí vemos claramente el precio pagado.
Y ahí radica uno de los grandes retos —por no decir ‘el reto’— del marketing, hacer llegar al cliente y posible cliente el valor intangible del bien o servicio adquirido.
“Y al final, o eres diferente o eres barato” (Guy Kawasaki)
Precio, valor y pereza… Porque somos vagos, ¡muy vagos!. Casi siempre tomamos la decisión más fácil, de menor esfuerzo, la que menor gasto de energía conlleva. Sin pensar, sin comparar, sin analizar las consecuencias.
Y ya que somos vagos, corresponde a los ‘menos vagos’ —sean personas u empresas— esa tarea que se me antoja tan apasionante a largo plazo como es ‘ordenar por satisfacción’. Por la satisfacción que puede darme a mi, el comprador. Un reto, una oportunidad.