Hay veces que encuentras, lees algo que te impacta. Que lo firmarías de principio a fin, porque llevas mucho tiempo pensando lo mismo que ahí se ha escrito; quizás tu lo dirías de otra forma, quizás con otras palabras. O, quizás, no te atreverías a tocar ni una coma de lo escrito, por su brillantez, tanto argumental como expositiva.
Hoy traigo aquí uno de esos casos, Cómo anular a una persona, un escaneado de un artículo publicado a saber en qué periódico y que vi/encontré en alguna cuenta de Linkedin. Su brillantez me impactó; y la coincidencia con sus tesis, asombrosa.
Sin más… aquí va (los remarcados son míos):
» El peor daño que se le hace a una persona es darle todo. Quien quiera anular a otro solo tiene que evitarle el esfuerzo, impedirle que trabaje, que proponga, que se enfrente a los problemas (o posibilidades) de cada día, que tenga que resolver dificultades.
Regálele todo: la comida, la diversión y todo lo que pida. Así le evita usar todas las potencialidades que tiene, sacar recursos que desconocía y desplegar su creatividad. Quien vive de lo regalado se anula como persona, se vuelve perezosa, anquilosada y como un estanque de agua que por inactividad pudre el contenido.
Aquellos sistemas que por “amor” o demagogia sistemáticamente le regalan todo a la gente, la vuelven la más pobre entre las pobres. Es una de las caras de la miseria humana: carecer de iniciativa, desaprovechar los talentos, potencialidades y capacidades con que están dotados casi todos los seres humanos.
Quien ha recibido todo regalado se transforma en un indigente, porque asume la posición de la víctima que sólo se queja. Cree que los demás tienen obligación de ponerle todo en las manos, y considera una desgracia desarrollarse en un trabajo digno.
Es muy difícil que quien ha recibido todo regalado, algún día quiera convertirse en alguien útil para sí mismo. Le parece que todos a su alrededor son responsables de hacerle vivir bien, y cuando esa “ayuda” no llega, culpa a los demás de su “desgracia” (no por anularlo como persona, sino por no volverle a dar).
Solo los sistemas más despóticos impiden que los seres humanos desarrollen toda su potencialidad para vivir. Creen estar haciendo bonito, pero en definitiva están empleando un arma para anular a las personas. (No quiere decir que la caridad de una ayuda temporal no sea necesaria en momentos especiales).»
La autora, la periodista colombiana Ana Cristina Aristizábla Uribe, de quien solo he podido localizar un blog olvidado desde 2012, una cuenta de Twitter suspendida (@AnaCAristizabal) y sus colaboraciones en el periódico «El Colombiano», de Antioquía, Colombia.
No puedo por menos que dar la enhorabuena a Ana Cristina, agradecerle su artículo y esperar que nos vuelva a regalar perlas de sabiduría tales como las del transcrito.
En la misma línea, pero más orientado a la educación de niños y jóvenes, un estupendo artículo de Natalia Barcáiztegui en el blog de José Iribas: Secuelas de la sobreprotección. Lectura muy recomendable.
Y, al poco tiempo de publicar este artículo, me encontré uno en el mismo sentido, publicado —no recuerdo ya en qué periódico— por el profesor de filosofía José M. Marco Ojer (josemmarco@gmail.com), «Uno aprende que realmente es fuerte«, del que entresaco algunas frases relevantes.
«Se habla ahora de «padres helicópteros», «padres apisonadora» y «padres guardaespaldas», aunque los tres tipos vienen a resumirse en lo mismo: padres que sobrevuelan constantemente sobre sus hijos, van por delante allanando el camino o se convierten en su sombra con la intención de evitar cualquier dificultad o daño que puedan ir encontrando sus vástagos.
Esta conducta prolongada en el tiempo nos ha llevado a situaciones que nos parecen más ficción que realidad, pero que son verídicas: padres que acompañan a su hijo a una entrevista de trabajo y a su salida preguntan al entrevistador cómo le ha ido, que acuden a la universidad para hablar con los profesores sobre exámenes y pruebas mientras el interesado está «a lo suyo»: en casa o de vacaciones (…).
Esta situación (…) tiene su base en el miedo y el error del que partimos los padres y en la infravaloración de nuestros hijos, aspectos que marcan la educación que les damos desde la infancia.
(…) nos parece que les hacemos un favor evitándoles cualquier dificultad y pensamos que ellos por sus medios son incapaces de solucionar sus problemas. Como consecuencia, les sustituimos en asuntos que son suyos, cuando nuestra función —adaptada a cada edad— no es sustituir, sino acompañar y orientar.
(…) Estamos creando —teniendo en cuenta que toda generalización es injusta— una generación que se queda inmóvil ante las dificultades porque no tiene recursos para solucionarla. Y no tienen recursos porque nosotros, sus padres, no les hemos dejado que las adquieran.
«Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale. Y con cada adiós uno aprende» (J.L. Borges)»
Supongo que esta lectura te habrá provocado alguna reacción… Comenta y comparte sin miedo! 😉
Actualizado 10/11/2016
Buen análisis, amigo Rufino. Siempre me acuerdo de la historieta (que hubiera encajado mejor en el post de Natalia o en el tuyo) del capullo de la mariposa. Lo contaba en Dame tres minutos recientemente. En concreto en el post ‘Esfuérzate y vuela: 12 reflexiones para lograr superarte». Insisto… hubiera encajado mejor en el de Natalia o el tuyo. Te dejo el enlace. http://bit.ly/2dNkcE7
¡Abrazos!
Muchas gracias por tu comentario, José, y por la difusión que le has dado en RRSS.
Descubrir tu blog ha sido fantástico, totalmente instructivo. ¡Lo recomiendo! 🙂
Curioseando por internet encuentro parte de mi artículo publicado en su web. Me alegra que sea un grano de arena más en este tema que creo tiene tan graves consecuencias: crear una generación -aunque suene poco correcto- de inútiles, entendiendo como inútil el que no es capaz de manejarse con cierta soltura en el mundo y en la vida.
Generación que no es sino lo que nosotros hemos hecho que sean con la educación que les hemos dado.
Muchas gracias por tu comentario, José. Hace tiempo que vengo sosteniendo que estamos creando una generación de inútiles, en el sentido en el que tu hablas, tanto en los hogares como en el sistema educativo. Personas que ya de adultos solamente piden, solamente hablan de derechos, pero nada de obligaciones, responsabilidades y esfuerzo. Y que es causa de la decadencia en todos los aspectos de esta sociedad de pedigüeños.
Totalmente de acuerdo Rufino, muchos derechos y pocas obligaciones. La ley del mínimo esfuerzo y afrontar problemas ya es lo más. En cierto modo la crisis ha ayudado a muchos padres a tener que decir NO
En pocas palabras el lema de mi vida y mi forma de educar está en este texto: «Es muy difícil que quien ha recibido todo regalado, algún día quiera convertirse en alguien útil para sí mismo».
Hay que enseñar a ganarse las cosas, hay que transmitirle valores para que entiendan que existen las recompensas si nos las ganamos.
Gracias Rufino por hacer que personas como yo que he sobrepotejido a mis hijos habrán los ojos y despierten .
Y los que ya somos unos inutiles y no tenemos motivación ni pa limpiar la habitacion qué? No nos queda mas que pegarnos un tiro porque nadie nos va a venir a enseñar e inculcar lo que ya deberiamos saber.. Al contrario, las personas como yo son rechazadas.. Quién va a venir a enseñarme cosas básicas como disciplina, autocuidado, criterio propio, empatía y montones de cosas que un niño de 10 años ya practica? yo es que me siento impotente, sola e incomprendida.. sobretodo sola porque ni mi madre se entera de lo echada a perder que estoy, cree que soy «normal».. tengo 25 años y un niño de 10 es más maduro que yo..