La lucha es un instrumento muy eficaz a través del cual la naturaleza nos obliga a evolucionar, crecer y progresar. Puede ser un suplicio o una experiencia maravillosa; todo depende de nuestra actitud. El éxito sin lucha es imposible, e incluso impensable.
La vida, desde el nacimiento hasta la muerte, es una lucha constante e inevitable. El aprendizaje que hacemos durante las pequeñas luchas a las que nos enfrentamos es acumulativo: aprendemos un poco de cada experiencia.
«Actúa y tendrás el poder», afirmaba Emerson.
Enfréntate a la lucha y vence, dice la naturaleza, y tendrás la sabiduría y la fuerza suficientes para satisfacer todas tus necesidades.
Los árboles más fuertes del bosque no son los más protegidos, sino los que tienen que luchar con los elementos y con otros árboles para vencerlos y sobrevivir.
Mi abuelo era fabricante de carretas. Cuando preparaba la tierra para la cosecha siempre dejaba unos cuantos robles en descampados, expuestos al sol y al viento.
Los árboles que luchaban por sobrevivir eran mucho más fuertes y resistentes que los robles más protegidos que se encontraban en el interior del bosque. La madera que utilizaba para hacer las ruedas de las carretas provenían de los árboles que habían librado esa lucha; la doblaba para hacer los arcos sin temor a que se rompiese. La lucha les había dado la fuerza suficiente para soportar las cargas más pesadas.
Lo mismo pasa con el espíritu humano: la lucha lo hace más fuerte. Casi todo el mundo trata de seguir el camino más fácil en la vida. No se dan cuenta que esta filosofía es la que hace que el curso de los ríos se desvíe, y algunas veces hace lo mismo con los seres humanos. Sin la fuerza de carácter que nace de la lucha, siempre estaríamos tentados a ir por la vida sin un objetivo definido.
La lucha nos obliga a actuar cuando en otro momento dejaríamos de hacerlo. Nos hacemos conscientes de que es la única manera de alcanzar el éxito. Las cosas que merecen la pena no se pueden obtener sin luchar por ellas. Si fuera tan sencillo, todo el mundo podría obtenerlas.
Una persona que ha alcanzado el éxito es una persona que ha luchado en su vida.
La vida es una lucha y la recompensa la reciben aquellos que se enfrentan a las dificultades, las superan y van al encuentro del siguiente reto.
Mi primer jefe cuando terminé los estudios en la Escuela de Comercio fue el General Rufus A. Ayers. Llevaba tantos casos en su trabajo como abogado que con frecuencia me ofrecía a ayudarle por las noches y durante las vacaciones.
Después de estas sesiones de trabajo siempre se disculpaba por haberme hecho trabajar tantas horas, aunque añadía:
— Has sido de gran ayuda para mi, pero sobre todo para contigo mismo por la experiencia que has adquirido esta noche.
Nunca olvidaré la respuesta que recibí cuando le pedí a uno de los asesores más importantes de Henry Ford que me explicara su fórmula del éxito:
— Me las ingenio para cruzarme en el camino de gente como el señor Ford -dijo- y trato de que recurran a mi cuando necesitan algo.
→ “Promociona tu valía con pasión y entusiasmo” (T.H. Eker)
Si salimos al encuentro de la lucha en lugar de evitarla, la podremos utilizar para aprender, crecer y alcanzar el éxito.
(“Rico en un año“. Napoleón Hill. Semana 5: La fuerza nace de la lucha)
muy bueno. me gusto leer esto en este momento de mi vida. aunque son cosas que tengo internalizadas es bueno tener una fuente externa que duplique mi claridad con respecto a la fuerza y la lucha. saludos!